Procesos de paz ¿Asunto solo de hombres?

En 31 procesos de paz dados en el mundo desde 1992 se observó que las mujeres representaron solo el 4 por ciento de los signatarios participantes; el 2,4 por ciento de los mediadores principales; el 3,7 por ciento de los testigos y el 9 por ciento de los negociadores. 
 
Los procesos de paz en el mundo han sido tan inequitativos en cuestiones de género como los conflictos armados. Las mujeres y la perspectiva de género han estado ausentes en la mayoría de ellos.

La participación de las mujeres es requisito para construir una sociedad democrática basada en la igualdad y la justicia. Su presencia es también un activo importante a la hora de gestar procesos de paz.

Pese a la estrecha relación de la mujer con la paz, la realidad es que los procesos de negociación para la finalización de conflictos armados en diferentes países han tenido lugar perpetuando las diferencias de género. 

Las mujeres han estado excluidas de los procesos de paz, muchos temas de su agenda no han sido prioridad o han sido abordados desde el punto de vista de los hombres, sus propuestas se han visto como secundarias y los éxitos se han medido sin tener en cuenta que algunos resultados pueden no servir para mejorar las vidas de las mujeres tanto como las de los hombres1.

Un análisis de 31 procesos de paz sucedidos entre 1992 y 2011 mostró que las mujeres representaron solo el 4 por ciento de los signatarios; el 2,4 por ciento de los mediadores principales; el 3,7 por ciento de los testigos y el 9 por ciento de los negociadores2. En las mesas de negociación en las que se adoptaron las decisiones cruciales sobre la recuperación y gobernabilidad después del conflicto, la representación de las mujeres fue insuficiente. 

 
Aporte de las mujeres a la paz
 
Los aportes de las mujeres a la paz han sido reconocidos por diversos pronunciamientos internacionales, como la histórica Resolución 1325 del 31 de octubre de 2000 del Consejo de Seguridad de la ONU, que establece el mandato de participación de las mujeres en la construcción de la paz y señala tres criterios que deben tenerse en cuenta en las negociaciones: Proteger a las mujeres y a las  niñas contra la violencia; asegurar la perspectiva de género en las acciones para el mantenimiento de la paz; y aumentar la participación de las mujeres en la toma de decisiones y en los procesos de paz.

La decisión de conceder el Premio Nobel de Paz de 2011 a Ellen Johnson Sirleaf, Leymah Gbowee y Tawakkul Karman por su lucha pacífica en favor de la seguridad de las mujeres y del derecho de éstas a participar en los procesos de paz reiteró la crucial contribución de ellas a la paz y la fuerte relación entre democracia, justicia e igualdad de género.

El 22 de junio de 2011 la Asamblea General de la ONU también aprobó la primera resolución de este organismo sobre las mediaciones de paz (65/283) en la que anima a fortalecer la posición de las mujeres en los esfuerzos de resolución de los conflictos. Es de resaltar que algunos de los ejemplos más notables de participación de las mujeres en negociaciones de paz se produjeron antes de que se adoptaran las resoluciones de la ONU.
 

Mujeres en los procesos de paz
En El Salvador en los años 90, las mujeres estuvieron presentes en casi todas las mesas de negociación posteriores al acuerdo. Se creó también una mesa técnica para la reinserción, formada por seis mujeres y un hombre. Al final, las mujeres representaron un tercio de los beneficiarios de los paquetes de redistribución de tierras y reintegración.

Por la misma época en Sudáfrica, la Comisión Nacional de la Mujer pidió que la mitad de los participantes en la negociación multipartidista fueran mujeres, y logró que uno de cada dos representantes de cada partido también fuera mujer. Alrededor de tres millones de mujeres participaron en los debates y grupos temáticos en todo el país, y se aprobó una cuota del 30 por ciento de mujeres para las elecciones siguientes.

En Irlanda del Norte las mujeres aseguraron la participación en la mesa de paz en 1997 y obtuvieron algunos escaños en las elecciones. La Coalición de Mujeres tendió puentes entre católicos y protestantes, y fomentó la reconciliación y reintegración de los presos políticos.

En Guatemala las mujeres influyeron en las conversaciones que condujeron al acuerdo de paz de 1996. El acuerdo alcanzado incluyó disposiciones importantes relativas a la igualdad de género.

En Somalia se constituyó el Sexto Clan de Mujeres que presionó en favor de la inclusión de las mujeres en las conversaciones de paz, puesto que los cinco clanes somalíes participaban en la mesa de negociación pero se había excluido a las mujeres. 

En Burundi, mientras las 19 partes implicadas en el conflicto estaban en plena ronda de negociaciones, se convocó la Conferencia de Paz de Mujeres de Todos los Partidos, a la que asistieron dos mujeres de cada una de las partes involucradas y las siete mujeres que tenían acceso a las sesiones plenarias de las conversaciones de paz. Más de la mitad de las recomendaciones dadas por ellas quedaron recogidas en el acuerdo de paz. 

Camino por recorrer

Pese a lo anterior la ONU ha señalado que sigue siendo baja la participación de las mujeres en la esfera política y en el sector de la seguridad, así como el número de disposiciones relativas a los derechos humanos de las mujeres que se han incorporado a los acuerdos de paz. 

Señalan que aún se requiere trabajar por un mayor liderazgo político de las mujeres, respaldar su inclusión en las conversaciones de paz, aportar su experiencia en materia de género en los procesos de mediación, escucharlas en las conferencias y foros para la aplicación de los acuerdos de paz y elaborar orientaciones sobre temas específicos, como la falta de consideración de la violencia sexual relacionada con los conflictos en los procesos de mediación.

 
Entre los principales obstáculos para el acceso y la participación de las mujeres en procesos de paz están la falta de mecanismos oficiales para obtener información de ellas o impulsar sus intereses en los procesos de negociación; los estereotipos socioculturales patriarcales que ven a las mujeres meramente como víctimas o  abogadas por la paz carentes de sentido crítico; la división de tareas en las esferas pública y privada, que impiden a las mujeres participar en los procesos de paz oficiales; el alto grado de inseguridad y amenazas personales que deben afrontar las que participan; y la falta de voluntad política para su participación3.
 
Villellas Ariño, María. Institut Català Internacional per la Pau Barcelona. ICIP Working Papers: La participación de las mujeres en los procesos de paz. Las otras mesas. Mayo de 2010.
ONU Mujeres. Análisis de la participación femenina en procesos de paz, 2012.
Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania. Promoción de la participación de las mujeres en negociaciones y procesos de paz. Programa Promoción de la igualdad de género y los derechos de las mujeres. Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) 2014.

 

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