Por Revista Fucsia. Lo bueno, saludable y ecológico atrae la atención del público, marcando la pauta de consumo en muchos países durante este siglo. Desde hace unos años, las culturas occidentales se han preocupado por mejorar su calidad de vida, bien sea a través de la alimentación, de la adopción de medicinas alternativas y/o el interés por conocer y aplicar rutinas físicas que les permitan mantenerse en forma. Todo ello, no es resultado sólo de una “moda verde”, como algunos la han llamado, si no más bien de una preocupación evidente por la salud y el bienestar físico y mental. De allí que como tendencia muchos hayan decidido revisar el pasado y retomar prácticas ancestrales que implican, en el caso de al alimentación y la medicina, dejar de lado la intervención de agentes químicos y tecnológicos. Hoy, esa visión ha traspasado los ámbitos personales y ha impulsado a las industrias relacionadas con la salud y el bienestar (industria alimenticia, farmacéutica, cosmética), las cuales han decidido dar respuesta a las preguntas actuales. Lo que ha ampliado la oferta alimenticia y ha generado la expansión, en occidente, de prácticas como el yoga, por ejemplo. La comida orgánica hace parte de ese menú “sano” que hoy invade algunas de las mesas del mundo. Gracias a una dinámica que integra puntos como la conservación del medio ambiente, los sistemas alternativos de producción y unas tendencias culinarias específicas, se disminuye la exposición de los alimentos a agentes químicos y, según los seguidores de este tipo de comida, se evita el impacto que éstos tienen en el desarrollo de enfermedades como el cáncer, la hipoglicemia y el sobrepeso. |