Hoy, la Agenda de Desarrollo 2030 ha puesto el empoderamiento femenino como un requisito transversal para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS. El tema del empoderamiento femenino está hoy en la mira de las agencias de desarrollo del mundo y debe ser un propósito de todas las organizaciones y ciudadanos. ¿Pero cómo es que las cooperativas se han ganado este lugar de ser entidades que promueven y agencian este empoderamiento? La respuesta está en su naturaleza e historia como organizaciones. Primera mujer en la Sociedad de los Pioneros En marzo de 1846 en Inglaterra, una tejedora, Eliza Brierley, se alineó en una fila de trabajadores para entregar una libra esterlina y poder convertirse en miembro de pleno derecho de la famosa Sociedad Cooperativa Equitativa de Pioneros de Rochdale. La tienda de los Pioneros de Rochdale había abierto en 1844. La consigna era que cualquiera podía unirse sin restricciones de género, raza o religión, si aportaba £ 1; y se beneficiaba por igual, sin influencia por nivel de compra. En un tiempo en que las mujeres todavía eran “propiedad” de su padre o esposo, no tenían derechos legales ni civiles en el Reino Unido, y eran excluidas de la participación económica igualitaria en la sociedad, Eliza alentó la participación de las mujeres como miembros de una cooperativa. Los Pioneros de Rochdale fueron también pioneros en su época en el empoderamiento de la mujer, permitiendo que las mujeres se convirtieran en miembros de la cooperativa desde el principio. Esto ocurrió 50 años antes de que un país reconociera el sufragio femenino y 60 años antes de que las mujeres británicas pudieran votar en unas elecciones. Primeras cooperativas y derechos de la mujer Desde sus inicios, la cooperativa de Rochdale participó en campañas para que el Parlamento de Westminster promulgara una ley que evitara que las propiedades de las mujeres, cuando se casaban, pasaran a los maridos, la cual fue ganada en 1870. De manera más general, se conoce que el cooperativismo británico apoyó decididamente la lucha de las sufragistas. En 1883 en Inglaterra se creó la primera organización cooperativa de mujeres, la Women’s Co-operative Guild, impulsada por Mary Lawrenson y unas cincuenta mujeres más. Co-operative Women's Guilds se creó para proporcionar a las mujeres una voz dentro del movimiento. Muchas de las sociedades tenían un miembro por familia y, como tal, era generalmente el hombre que asistía a las reuniones. Esta entidad, aún existente, participó en las campañas por el sufragio femenino, los derechos reproductivos y la igualdad salarial con los hombres1. Barreras para las mujeres pioneras Pero no podemos olvidar en cuál época nacieron Los Pioneros, la entidad más emblemática del inicio del movimiento cooperativo. Si bien los Pioneros de Rochdale acordaron que los miembros podían ser hombres o mujeres, el aporte obligatorio de una libra esterlina, que equivalía a casi una semana y media de salarios, significaba que sólo el jefe de cada hogar en la mayoría de las familias podría convertirse en miembro. Otras barreras como no poseer propiedad también jugaba para limitar la vinculación de las mujeres. Historiadoras del Co-operative College de Londres han indicado que en esa época es muy poco probable que la Sociedad de Pioneros alentara a mujeres a levantarse y hablar, así que en una reunión llena de gente, ellas habrían tenido un alto grado de empoderamiento y carácter para realmente levantarse y defender su opinión. Actualmente sigue la preocupación por la participación equitativa de hombres y mujeres en las cooperativas. Existe la idea de que las cooperativas deben lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres únicamente por cuenta de sus principios cooperativos. Sin embargo, la realidad es que las cooperativas, por lo general, reflejan las mismas relaciones de poder de la sociedad, tanto en el mundo desarrollado como en los países en desarrollo. “Las cooperativas son un reflejo de sus miembros y de la sociedad en la que operan, y por consiguiente no están exentas de reproducir los prejuicios sociales y culturales predominantes” se ha señalado desde la ACI. A pesar de esto existen ejemplos reales en todo el mundo y evidencia a través de estudios de casos sobre el empoderamiento de las mujeres que se logran a través de las cooperativas2. Estas organizaciones responden más fácilmente que otro tipo de empresas al reto de hacer cambios en la cultura organizativa, los métodos de trabajo, las oportunidades de educación y formación para que el empoderamiento de las mujeres se convierta en una realidad3. Reciprocidad del impacto positivo Dame Pauline Grenn, la primera mujer en presidir la Alianza Cooperativa Internacional, ACI, ha dicho que las mujeres dan poder a las cooperativas y las cooperativas dan poder a las mujeres. “Hoy en día, las mujeres manejan cooperativas exitosas en todo el mundo, y ellas impulsan la evolución del modelo cooperativo, haciendo un aporte diferencial a las cooperativas”, ha indicado Dame Pauline.
Cuando las mujeres participan en condiciones de poder y equidad fortalecen la identidad de las cooperativas, fomentan el equilibrio entre lo social y lo empresarial, promueven la credibilidad de las cooperativas e incrementan la probabilidad de cumplir con el objetivo cooperativo.
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