«Yo no hablo por mí, sino por aquellos cuya voz no puede ser oída. Aquellos que han luchado por sus derechos. Su derecho a vivir en paz. Su derecho a ser tratados con dignidad. Su derecho a la igualdad de oportunidades. Su derecho a la educación». En octubre de 2014 una niña pakistaní, Malala Yousafzai, recibió el premio Nobel de Paz, convirtiéndose en la ganadora más joven de este premio en toda su historia. A sus 17 años Malala representa hoy para el mundo la lucha por los derechos de las mujeres y las niñas, en especial por la educación. Malala es originaria de Mingora, un pequeño pueblo de Pakistan donde el régimen del Tehrik e Taliban Pakistan -organización terrorista asociada al movimiento talibán, que proclama el extremismo religioso islámico y el yihadismo- prohibió la asistencia de las niñas a la escuela. Cuando Malala tenía 11 años comenzó un blog para la BBC, bajo el pseudónimo “Gul Makai”. En este blog Malala relataba lo que vivía al estar sometida a las reglas del Talibán, y compartía sus ideales sobre la educación de las mujeres. Sin embargo fue un terrible episodio lo que atrajo los ojos y la solidaridad del mundo hacia ella. Tenía 15 años de edad, cuando un miliciano del grupo terrorista atacó el vehículo escolar en que ella y otras niñas se transportaban y le disparó con un fusil en repetidas ocasiones, impactándole en el cráneo y cuello.
Luego de repetidas intervenciones quirúrgicas y tratamientos médicos, Malala volvió a la escuela en Londres. Desde su día a día escolar, sigue luchando por la educación de todas las niñas del mundo, lo que ha señalado como “su razón de vivir, su empeño y su orgullo”.
Yo soy Malala: la hija de un maestro En el libro destaca cómo un padre (Ziauddin Yousafzai), propietario de una escuela, apoyó a su hija y la alentó a escribir y a ir al colegio, en una sociedad en que la educación se negaba a las mujeres y en la cual se privilegia a los hijos varones. Su libro habla de unos padres valientes que quieren a su hija por encima de todo.
La voz que resonó en el mundo
Ese mismo año las Naciones Unidas organizaron un evento al que llamaron el “Día de Malala”, en el que la joven dio un discurso en acerca del acceso mundial a la educación. Fue el primer discurso de la adolescente después del atentado. Ella dijo: “El día de Malala no es mi día. Hoy es el día de cada mujer, cada niño y cada niña que han levantado sus voces por sus derechos”.
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