La inclusión hace referencia también a una participación de todos los grupos sociales en la distribución de la renta, dentro de un sistema que beneficie a todos y no sólo a un segmento de la sociedad. Muchas las cooperativas han sido exitosas en lograr la inclusión social, haciendo que la comunidad sea un lugar accesible para los ciudadanos y se asegure el ejercicio del bien común; así como la realización emocional, económica, profesional e intelectual del ciudadano individual y colectivo. Pero entre los desafíos que aún deben afrontar las cooperativas está la inclusión de la mujer. El marco legal cooperativo se orienta a sostener los valores legales de responsabilidad democrática, igualdad, equidad y solidaridad, basados en el esfuerzo propio y la ayuda mutua.
En este marco la mujer cuenta con igualdad de trato, tanto en lo económico como en lo social. Pero sabemos que las cooperativas no son islas y son influenciadas por la comunidad en las que ellas están insertas. Las comunidades organizadas en forma patriarcal, han modificado en la práctica, las buenas intenciones doctrinarias, según las circunstancias de tiempo y lugar2 . Entre algunas de las estrategias propuestas por diferentes autores para afrontar el desafío de la inclusión femenina en las cooperativas se pueden destacan las de las profesoras Novarese, Montes y Ressel, de la Universidad de La Plata en Argentina. Sus propuestas se resumen en:
• Analizar los estatutos, reglamentos y normas internas de cada organización cooperativa, corrigiendo o creando nuevas normativas que se opongan a la igualdad de la mujer y el hombre.
Algunos datos de lo que sucede en diferentes lugares de Latinoamérica muestra la situación de la inclusión de las mujeres en las cooperativas. En lo referente a la participación femenina en el cooperativismo, según datos de la Organización de Cooperativas Brasileñas, apenas un 10% de las cooperativas contaban con mujeres en su dirección en el año 2000. En 2004, el porcentaje se elevó al 12%. Y por ejemplo, según datos de la organización que agrupa las cooperativas de ahorro y crédito de Brasil, un 20% de los asociados a estas cooperativas eran mujeres y un 50% de las empleadas también lo eran . En Centroamérica, desde el 2009 las cooperativas vienen afianzando la inclusión femenina a través de la Alianza de Mujeres Cooperativistas de Centroamérica. Éste se constituye en un espacio regional de integración técnica, social y política de las organizaciones representativas de los intereses, aspiraciones y derechos de las mujeres cooperativistas compartiendo los principios y valores del cooperativismo con igualdad de género y con el firme propósito de democratizar la legislación cooperativa centroamericana para garantizar una participación plena con igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres .
La localidad de Puerto Tirol en Argentina, también ha sido escenario de otra historia en la que el cooperativismo ha logrado la inclusión femenina. A través del trabajo cooperativo se logró la inclusión social de un grupo de mujeres sin ocupación, entre los 20 y los 50 años de edad. Las mujeres fueron capacitadas en la elaboración de costura, participando activamente de las actividades productivas de la zona, fabricando indumentaria de trabajo para las empresas. Las mujeres carecían de posibilidades reales de incorporarse al mercado laboral planteado en la zona dada su naturaleza industrial y de empleos destinados generalmente a hombres . En Colombia, Coomeva ha establecido la Política de Equidad e Igualdad de Género para las Mujeres Asociadas y Vinculadas Laboralmente y ha conformado un Comité de Género encargado de velar por el cumplimiento de lo establecido en las directrices definidas. En Coomeva, el 50% de la población asociada y el 60% de la población de colaboradores corresponden a mujeres.
Fuentes:
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